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Acercarse sin descanso a la esencia de los problemas

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El libro que en chino se vierte como «Pensamiento profundo: acercarse sin descanso a la esencia de los problemas» es la autobiografía de Maureen Chiquet, que narra su ascenso desde un puesto de base hasta CEO global de Chanel. El título promete más rigor del que hay: no es un manual severo de autogestión. Sí permite entender cómo opera una marca de moda y cómo las mujeres pueden aprovechar cualidades propias para liderar la innovación en la empresa moderna.

Chiquet observa que «en la era de la información fragmentada y la competencia intensa entre élites, lo decisivo no es la cantidad de conocimiento ni el esfuerzo, sino la capacidad de pensar en profundidad; cualquier diligencia ciega antes del pensamiento profundo es un esfuerzo ingrato». No obstante, no ofrece una vía o método sistemático para ello.

Toca al lector extraer el cómo de los apuntes que salpican la narración, siguiendo su trayectoria para armar una práctica de pensamiento profundo.

Dejar a un lado los prejuicios. Una mente de principiante que acoge puntos de vista diversos es el prerrequisito. Cuanto más pequeño el sesgo, más insidioso. Soltar las preconcepciones, tolerar la incomodidad y entrar en el mundo del otro: ese es el primer paso. En cualquier etapa, los ciclos de aprender y «desaprender» (olvidar para volver a aprender) son inevitables.

Deconstruir el mundo. El sentido no es absoluto, y las palabras no lo tienen en sí; lo obtienen del contexto. En cine, directores, actores, técnicos y equipos cuentan una historia; el público la interpreta a su manera. En literatura, el lector construye el sentido — el autor «muere» en el acto de leer. En los negocios, por tanto, no se trata de analizar cada detalle para hallar la «respuesta correcta», ni de comparar ventas. Se trata de observar y sentir cómo los clientes leen signos y símbolos y de entender cómo las señales visuales moldean la percepción. Escuchar a empleados y colegas, no intentar controlarlo todo ni imponer la propia visión. Si un líder fuerza su opinión, el equipo callará y resistirá, negará en voz alta o seguirá a ciegas. Los que rinden alto se ponen en los zapatos de clientes, compañeros, subordinados y socios. Saben que su propia visión no es verdad definitiva; evoluciona con el mundo. Como aconsejó Stephen R. Covey, mejor empoderar que mandar.

La verdadera pasión te hace mejor. Romper límites sirve para hacer lo que importa de verdad, de forma práctica. Superar restricciones, volver al yo y buscar utilidad es la base. En cualquier trabajo, apunta al resultado que quieres, no busques desde el inicio excusas para fallar. A veces hay que dar el primer paso sin plan, seguir el instinto y subirte al autobús. En caso de duda, sube.

Para construir una marca, conoce a tus clientes, el mercado y a los competidores. Entiende el negocio desde abajo. Para vender, experimenta dónde se vende el producto, cómo y a quién. Solo comprendiendo lugar y personas podrás diseñar el mensaje y el empaque, hablando el idioma del cliente y no jerga impasible.

Rodar un anuncio es convertir una propuesta de valor en campaña.

Los músicos dominan instrumentos, partituras y técnica, pero la magia surge en la improvisación, cuando el vaivén entre intérpretes transporta a la sala a un mundo nuevo. En cierto modo, un gran marketero es un improvisador. Antes hay que aprender las reglas y «leer la partitura» para poder improvisar el estribillo. Al final, la improvisación que concibes es lo que más importa. Si preguntas a los clientes qué quieren, te darán respuestas previsibles. Si preguntas qué desean de verdad, quizá no lo sepan. Por eso, los mensajes de producto deben ser inesperados, llamativos y emocionales. Memorizar la partitura basta para tocar las notas, no para que recuerden tu melodía. La creatividad pide paciencia, constancia y práctica, y también asumir riesgos. Improvisar es sentir hacia dónde apunta el futuro y dejar fluir la resonancia interior para expresarte con sinceridad. Muchos líderes, sin embargo, desconfían de lo heterodoxo, evitan el riesgo, carecen de visión y, sin querer, asfixian la innovación.

Encontrar nuevos ángulos, nuevas visiones, nuevas chispas. Los marketeros somos buenos con la lógica y el lenguaje racional — explicar la estrategia, justificar elecciones, conseguir aprobaciones —, pero eso puede encerrarnos en una sola mirada; creemos saber lo que quiere el cliente. Seamos prudentes con los objetivos. Los datos y los estudios importan, pero la «sensación» del producto a menudo impulsa la convicción y trae sorpresas. Si ceñimos el marketing a marcos rígidos y sobreponderamos el análisis racional, perdemos una inteligencia emocional valiosa.

La capacidad de pensar en profundidad importa más que la diligencia. La adversidad y la inquietud son grandes maestras: nos devuelven a lo esencial. Cuando dudes, preguntar a las personas adecuadas ahorra tiempo y lágrimas. Por pequeño que sea mi papel, puedo influir. Todo lo que aprendo — incluso los detalles mínimos — construye mi capacidad y confianza para tomar la iniciativa y, si hace falta, decidir fuera de la norma. De cualquier jefe se aprende; y si es nefasto, se aprende cómo no liderar. Si abres los ojos y aceptas reencuadrar lo que ves, descubrirás recursos infinitos esperando ser explotados.

Para tener éxito en el trabajo y en la vida, practica la escucha — no de vez en cuando, sino de forma continua — hacia todos los grupos de interés. Inspira a otros para que encuentren soluciones mejores que las tuyas. Cuando la gente siente autonomía, trabaja más y aspira a más.

  • Al escuchar, equilibra con el liderazgo. Si oyes tanto a los demás que ya no oyes tu propia voz, te alejas de metas y valores y pierdes el rol de líder. Mantén una postura firme y una sinceridad constante. El liderazgo es un arte complejo y profundamente humano. La verdadera autoridad consiste en cuidar las necesidades de otros y, a la vez, fijar con firmeza las condiciones y metas del trabajo. Iniciativa y consciencia. Partimos del «interior», luego nos observamos y reflexionamos sobre cómo liderar el «exterior»; por último, entendemos que equipo, negocio y mundo están conectados. La creatividad nace a menudo de la paradoja — combinar ideas, cualidades, diseños u objetos aparentemente opuestos para revelar una belleza inesperada. Abraza tus paradojas y reexamina lo aprendido para conocerte mejor, forjar un punto de vista sólido y dejar huella. Curiosidad y flexibilidad. Todo gran líder debe cultivarlas.

Publicado el: 17 de sep de 2025 · Modificado el: 26 de oct de 2025

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