Después de aprender a nadar, ¿qué debo recordar si salto a rescatar a alguien?

Crecí junto a un lago; en verano, nadar al mediodía era obligatorio. Ese año yo tenía trece y él doce.

Aquel día nos metimos juntos al agua. Tras dos idas y vueltas me senté a descansar en la orilla; él siguió nadando.

A unos cinco metros de la orilla se quedó sin fuerzas y empezó a hundirse.

Me lancé para ayudarlo. En cuanto le extendí la mano, me agarró con desesperación y se apoyó en mi cabeza para sacar la suya y respirar.

Yo pataleaba en el agua, conteniendo la respiración y forcejeando hacia la orilla.

Él alcanzó unas hierbas silvestres en la orilla y logró trepar.

Cuando por fin saqué la cabeza para tomar aire, lo vi sentado en shock, mirándome luchar.

Aquellos cinco metros parecían infinitos. En ese momento no fui consciente de nada, pero cada vez que lo recuerdo ahora siento que esa vez volví a la vida de milagro.

Publicado el: 28 de jul de 2019 · Modificado el: 19 de nov de 2025