Ponle matrícula de honor a Robin Li

El 3 de julio, durante la conferencia de IA de Baidu, un alborotador subió al escenario y vació una botella de agua sobre Robin Li. El auditorio se quedó helado. Con su elegancia habitual, Li respondió: «En el camino de la IA seguirán ocurriendo cosas inesperadas, pero nuestra determinación de avanzar no cambia». Mientras condenamos al saboteador, recordemos que los emprendedores que eligen las batallas difíciles merecen más respeto.

Algunos dicen: «Si tuviera su posición y sus recursos, lo haría mejor». Despierta: nadie espera a que el cielo le regale una fortuna, ni siquiera él. Quien piensa así está condenado a vivir quejándose.

Cuando los empleados dicen que el 996 es injusto, Wang Jianlin, que empezó sin nada, se levanta a las cuatro, enlaza varias ciudades en un día y trabaja sin descanso.

Cuando la gente con jornada de nueve a cinco sigue quejándose del cansancio, un dirigente de 66 años pasa junio visitando cinco países, asiste a 90 reuniones bilaterales y enfrenta la guerra comercial, el programa nuclear norcoreano y el conflicto con Irán.

Cuando los jóvenes refunfuñan por la comida o el trabajo, un agrónomo de 88 años continúa en los arrozales cultivando nuevas variedades.

Cuando un fundador, agotado, ruega por financiación para pagar nóminas y suplica cada pedido, hay empleados que holgazanean y llaman idiota al jefe.

La mayoría de los emprendedores no alcanzará la altura de Li. Sus empresas son pequeñas, sus oficinas discretas, pero siguen empujando innovaciones tecnológicas, probando modelos de negocio, pagando impuestos y esforzándose por mejorar el mundo aunque sea un poco.

Puede que no te gusten sus productos o su estilo, pero no puedes negar su humanidad. Tienen más espíritu aventurero y más ganas de pelear que la mayoría.

Son cazadores de sueños; todos están corriendo.

Demos a los emprendedores un poco más de respeto.

Publicado el: 3 de jul de 2019 · Modificado el: 20 de nov de 2025